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La práctica de la presencia de Dios en la vida cotidiana

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Ficha Técnica

Título: La práctica de la presencia de Dios en la vida cotidiana
Autor: Lorenzo de la Resurrección
Ano de edição ou reimpressão: 2021
Editora: Sígueme
Idioma: Espanhol
Dimensões: 134 x 210 x 11 mm
Encadernação: Capa mole
Páginas: 160
Peso: 232g
ISBN: 9788430121038

Sinopse

La aspiración de los seguidores de Jesús es tener presente a Dios de continuo en la vida cotidiana. La perfección no consiste en evadirse de las ilusiones y alegrías, de las obligaciones y dificultades que se experimentan cada jornada, sino en ejercitarse en la compañía constante del Señor, referencia central de nuestra vida: cuando trabajamos y cuando descansamos, cuando estamos de viaje y cuando nos perdemos en el bosque de nuestros pensamientos, cuando tenemos salud y cuando sobreviene la enfermedad…

En los tiempos actuales sigue siendo posible experimentar el amor de Dios, que permite vivir en plenitud y entregarse a los hermanos sin reservarse nada para sí mismo. De la mano de este santo sencillo y discreto podemos aspirar a la máxima dignidad, tanto humana como espiritual, y conservar la paz del corazón.

Como un siglo después en las estepas rusas Serafín de Sarov enseñó a quienes lo visitaban el modo de vivir bajo el Espíritu en la vida diaria, el hermano Lorenzo nos recuerda la necesidad de mantener vivo el deseo de alcanzar el encuentro pleno con el Dios del amor.

Sobre o autor

Nicolas Herman, en la vida religiosa Lorenzo de la Resurrección, nace en 1614 en Hériménil (Lorena / Francia). Tras servir como soldado en el ejército del Duque de Lorena, una herida de guerra le obliga a renunciar a la carrera militar. Marcha a París y entra como «criado de librea» del funcionario real Gaspard de Fieubet.

En 1640, siguiendo las huellas de su tío materno, ingresa como hermano lego en el convento parisino de los carmelitas descalzos. Tras dos años de noviciado, realiza la profesión solemne el 14 de agosto de 1642. Durante quince años trabaja como cocinero en el convento; después se ocupa de la zapatería y de otros menesteres.

Los diez primeros años de su vida religiosa están marcados por profundas crisis espirituales. Pero gracias a un abandono total, encuentra la paz interior y vive en una presencia de Dios casi continua. Desde 1660 atiende espiritualmente a numerosas personas de toda condición que lo visitan.

Tras soportar largos periodos de sufrimiento físico, muere el 12 de febrero de 1691 con fama de santidad.

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